martes, 1 de marzo de 2011

Aprendiendo del pasado: la supuesta "Edad Dorada"

"Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos".

Carta del jefe Seattle de la tribu duwanish de indios americanos al presidente Franklin Pierce (1855) 

Y bien que lo sabían, porque lo vivieron en sus carnes.
Según explica Jared Diamond, fisiólogo evolucionista, en su libro "El tercer chimpancé":

"Cuando los colonizadores llegaron al Nuevo Mundo, en medio del desierto al sudoeste de Estados Unidos, se alzaban gigantescos conjuntos de viviendas deshabitadas, con varias plantas de altura. Por ejemplo, seiscientas cincuenta habitaciones del cañón de Chaco, de Nuevo México, tenía cinco plantas de altura, 204 metros de largo y 96 de ancho, el mayor edificio de América del Norte hasta los rascacielos. Los indios navajos los conocían como Anasazi  (los antiguos) De dónde obtenían la leña y las vigas en medio del desierto? Lo cierto es que era una zona poblada por enebros y un bosque de pinos ponderosa. Con el paso del tiempo los pobladores del Chaco destruyeron el monte y el bosque.
¿Y dónde quedaron los grandes mamíferos de América? Cuando los cazadores indios llegaron, la tierra rebosaba de animales hoy extinguidos: mamuts, mastodontes, perezosos de tres toneladas, gliptodontes parecidos a gigantes armadillos, castores gigantes y tigres dientes de sable, leones, guepardos, camellos, caballos y otros muchos. Lo que pasó con ellos es una incógnita, pero la teoría más plausible fue una "guerra relámpago": los animales fueron pereciendo según los hombres iban expandiéndose y cazándolos."

"Cuando los colonizadores británicos llegaron a Nueva Zelanda tampoco encontraron mamíferos terrestres más que los murciélagos. Es una isla remota, por lo que los animales autóctonos sólo pudieron emigrar a sus tierras por el aire. En sus suelos se encontraron huesos de un ave de gran tamaño llamada Moa (algunas llegaban a tener 225 kilos y tres metros de altura!), patos, fúlica y gansos gigantes y no voladoras (perdieron las alas innecesarias por la ausencia de depredadores en la isla) Otras aves, como el pelícano, el cisne, el cuervo gigante y el águila colosal (de hasta 14 kilos de peso, capaz de atacar a un Moa) volaban por la isla. También se encontraron ratones, ratas (que llegaron con los primeros hombres), aves canoras, ranas, insectos... Los maoríes exterminaron a estos animales, en parte por la caza (esos animales eran mansos con los cazadores porque no aprendieron a  temerles), en parte robándoles huevos, y probablemente al deforestar la isla."

"En las principales islas del archipiélago hawaiano, se han encontrado fósiles de pipís, extraños gansos e ibis no voladores. En al menos once islas del Pacífico se encontraron aves marinas hoy extinguidas identificadas en yacimientos donde vivían los antigüos polinesios."

"En Madagascar no existen los grandes mamíferos que pueblan el continente africano, sus animales no rebasan los once kilos de peso. Sus suelos están llenos de media docena de gigantescas aves desaparecidas (de hasta tres metros de altura y 450 kilos) llamadas pájaros elefantes (quizás el origen del ave Roc del cuento de Simbad el Marino). Tortugas terrestres gigantes. Lemures de todos los tamaños, algunos llegaron a alcanzar el tamaño de un gorila. Un hipopótamo pigmeo, un oricteropo, un carnívoro parecido a la mangosta y un puma. Cuando los portugueses llegaron a la isla, tan sólo quedaban los malgaches y vagos recuerdos de los animales exterminados."

Éstos son los ejemplos mejor documentados, pero existen otras islas como Chipre y Creta donde habían hipopótamos pigmeos, tortugas gigantes, elefantes y ciervos enanos. En las islas Caribe desaparecieron los monos, los perezosos, un roedor gigante del tamaño de un oso, buhos de tamaños colosales... De todas formas, los huesos de estos animales y los vestigios de los primeros pueblos de las islas no se han datado con exactitud, como se hicieron en las anteriores islas citadas. 

"Cuando los polinesios se establecieron en la isla de Pascua, los bosques cubrían toda la superficie de la isla. Los isleños fueron talándolos para roturar nuevos terrenos y obtener troncos para construir canoas y manejar las estatuas. Hacia 1500, eran unos siete mil habitantes, se habían tallado unas mil estatuas, pero en el bosque no quedaba ni un árbol. La sociedad se hundió en el caos de mortíferas guerras y canibalismo."

"Oriente Medio y la cuenca mediterránea no siempre ha sido áridos paisajes. En la antigüedad, la zona era un mosaico de colinas boscosas y fértiles valles. La erosión de las colinas por el hombre hundieron el sistema. La ciudad perdida de Petra se erige en medio del desierto. La vegetación original de la zona debió ser el bosque, con robles y alfónigos. Los árboles habían sido talados hasta convertirse en una estepa hasta convertirse la zona en un desierto. Las ruinas de esas ciudades, como Atenas y Roma, son monumentos a los estados que destruyeron sus medios de subsistencia."

Quedan estudiar los desastres ecológicos de la civilización maya en América Central y la harappan en el valle del Indo.

"Quizás estos ejemplos destruyen la idea de una Edad Dorada como la que nos imaginamos al leer la carta del indio al presidente, pero dos diferencias notables nos separan de los indios anasazi del siglo XI: los conocimientos científicos y la cultura. Tenemos la ventaja de poder leer y aprender sobre los desastres ecológicos del pasado. Sin embargo, el pasado sigue siendo una edad dorada de la ignorancia y el presente una edad de hierro de la más obstinada ceguera."


A un viajero vi, de tierras remotas.
Me dijo: hay dos piernas en el desierto,
De piedra y sin tronco. A su lado cierto
Rostro en la arena yace: la faz rota,
Sus labios, su frío gesto tirano,
Nos dicen que el escultor ha podido
Salvar la pasión, que ha sobrevivido
Al que pudo tallarlo con su mano.
Algo ha sido escrito en el pedestal:
«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad
Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!:
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria
Sólo queda la arena solitaria».



Percy B. Shelley

1 comentario:

alvaro dijo...

me ha parecido muy interesante, sabía algunos de esos casos pero ahora me hago una idea mental más completa.